

Raymond Carver
TU PERRO SE MUERE
lo atropella una furgoneta. /lo encuentras a la orilla de la carretera/y lo entierras./te sientes mal.te sientes mal por ti mismo,/pero te sientes peor por tu hija/porque era su mascota/y lo quería mucho./solía canturrearle/y lo dejaba dormir en su cama./escribes un poema sobre ello./lo titulas un poema para tu hija/y trata del perro al que atropella una furgoneta,/de cómo te ocupaste de él,/lo llevaste al bosque/y lo enterraste hondo, muy hondo,/y el poema sale tan bien/que casi te alegras de que hayan atropellado al pobre perro, /si no, no habrías escrito nunca ese poema./entonces te sientas a escribir/un poema sobre la escritura de un poema/que trata de la muerte de ese perro,/pero mientras escribes oyes a una mujer gritar tu nombre,/ tu nombre de pila,ambas sílabas,/y tu corazón se para./dejas pasar un rato y vuelves a escribir./ella grita de nuevo.te preguntas hasta dónde puede llegar.
Versión de Jaime Priede
EL FIN DEL MUNDO
El fin del mundo: me fue otorgado verlo.
Vino en la oscuridad, un saliente en el cielo sin estrellas,
Un temblor en el centro de la noche, un espasmo de la carne enmarañada
[de la tierra Y un aullido bestial, ingobernable, en las entrañas de la calle.
Vino y lo reconocí: el fin del mundo.Y esperé la avalancha opaca, la cólera que escinde rocas.
Y esperé: hojas que se besaban, murmullos de la noche ancestral
[y homicida.
Luego, un tintinear de música, risas en el edificio vecino.Pero seguí esperando: por el terrible fuego proverbial,Oyendo el trueno mudo, el largo colapso del cielo:
Se abate eternamente. Mas nadie se dio cuenta. El fin del mundo provocó
En la negrura un solo suspiro melancólico
De mi vecino, que bebía cerveza en la oscuridad, sentado en el porche.
No: yo no era el profeta de Dios. El Apocalipsis era nuncaY era siempre: esta noche en una pobre calle donde una risa alegre,
[irreverente,Pospone el fin del mundo: donde vivimos siempre.
Versión de J. D.