viajes



todo edificio terrestre es una máquina /una antipatía por la criatura natural/el relato que articula penas prematuras/ por sobre el canto de un soñado bien/yo viendo las cosas en criollo con cierto aire a dimensión referencial /supe vagar por esas profundas latitudes /sin pisar las líneas trazadas de lo público /Pero vamos por partes/no se crea que me quejo de lo absurdo/ en ese viaje protesto por la noche/por el día da lo mismo /de aquel sueño que persiste/sueño a veces un relato diminuto/tres veces y media peor que esa torre de motores/donde viajo

Marcos Arcaya Pizarro

retroceder



frente al tiempo ¿real? y los juegos de emociones..tenemos la memoria como un efecto engañoso

las cosas nunca son como fueron sino como se les recuerda



esta peli me rcuerda algo...


otro invitado

bajo tierra

debajo del pasto siempre se mueven las hormigas...



Amstetten (Austria).- Un día después de conocerse el escalofriante caso de incesto y encierro durante 24 años en la ciudad austríaca de Amstetten, las autoridades locales dieron hoy el caso por esclarecido, con la confesión del acusado, Josef Fritzl, un ingeniero jubilado de 73 años.Las autoridades informaron de que el ingeniero confesó haber encerrado en un calabozo subterráneo a su hija Elisabeth, que hoy tiene 42 años, de haberla golpeado y violado sistemáticamente y de ser el padre de siete hijos nacidos de esa relación.El responsable de la seguridad pública de Baja Austria, Franz Prucher, aseguró que con la confesión “este caso está resuelto” y agregó que se trata de uno de los más graves en la historia criminal de la república alpina, “que supera todo lo conocido hasta ahora.”El acusado esta previsto que sea trasladado hoy mismo a la Fiscalía de Sankt Pölten, capital del Estado federado de Baja Austria, donde será puesto a disposición de un juez de lo Penal.Según la confesión del acusado, uno de los bebés, que murió en 1996 poco después de nacer, fue quemado por Fritzl en la caldera de de calefacción de la casa, dijo hoy ante la prensa Franz Polzer, jefe de la policía del estado federado de Baja Austria.Tres de los hijos nacidos del incesto (de entre 10 y 15 años) fueron traslados por Fritzl a la casa familiar e integrados como si fueran nietos y luego hijos adoptivos, mientras que los otros tres (de 5, 18 y 19 años) permanecieron toda su vida bajo tierra, hasta ser liberados hace pocos días.La versión que Fritzl sostuvo ante su esposa y el resto de la familia fue que Elisabeth desapareció para adherirse a una secta en un lugar desconocido, donde habría tenido varios hijos, algunos de los cuales los dejó delante de la puerta de la casa de sus padres.Josef Fritzl y su esposa Rosemarie, de 69 años, también tuvieron siete hijos en su matrimonio, incluyendo Elisabeth, quien fue objeto de los abusos sexuales de su padre desde que tenía 11 años.Los detalles dados a conocer hoy dibujan un escenario dantesco de la vida subterránea de la joven mujer, que dio a luz seis veces en condiciones infrahumanas y sin atención médica alguna.El calabozo tenía apenas unos 60 metros cuadrados, con cuatro habitaciones de techos de apenas 1,7 metros de altura, en donde Fritzl instaló un baño, una ducha y también un televisor, lo que permitió a sus moradores cierto contacto con el mundo exterior.La macabra historia salió a la luz cuando la mayor de los hijos encerrados, Kerstin, de 19 años, tuvo que ser hospitalizada por sufrir una grave enfermedad, que los médicos atribuyen a una degeneración genética típica de un incesto.Tras ser internada en un hospital local, Fritzl liberó a los otros dos hijos que todavía permanecían encerrados y le explicó a su mujer que Elisabeth, la hija desaparecida, había vuelto finalmente y que esos hijos eran producto de sus relaciones mantenidas en una secta.Según informó hoy el médico responsable del caso, Albert Reiter, la joven se encuentra en un estado “muy grave” en un coma inducido, y “sólo Dios sabe” si podrá sobrevivir.Las autoridades se negaron hoy a explicar cuál es el estado psíquico de los encerrados.En el entorno de la casa de la familia en Amstetten, una ciudad de unos 23.000 habitantes, a 130 kilómetros al oeste de Viena, los vecinos se mostraron hoy sorprendidos e incrédulos por los sucedido en este barrio de clase media."Siempre supimos que la hija estaba en una secta y que dejaba a sus hijos con sus padres, lo que a mucha gente le pareció admirable por parte de los abuelos,” reconoció una vecina.Otro vecino dijo que el sospechoso era un hombre “normal y corriente, siempre amable y en buen estado físico.”El caso ha causado un gran revuelo mediático, con periodistas llegados a Amstetten de todo el mundo para informar sobre este suceso, que se produce menos de dos años después de la liberación de Natascha Kampusch, otra joven austríaca que estuvo encerrada por su captor durante ocho años en un sótano cerca de Viena.La propia Kampusch, que se ha convertido en Austria en un personaje público, anunció hoy su intención de ayudar a la víctimas de este suceso."Tuve este deseo espontáneamente,” dijo hoy Kampusch a la radio pública ORF, respecto a un suceso que mantiene estupefacta y horrorizada a la población de la república alpina desde ayer, cuando salió a la luz.Las autoridades reconocieron que quedan aún muchas cuestiones por aclarar, como, por ejemplo, la forma en que Fritzl atendía a su hija y a sus nietos-hijos con comida y vestimenta, o cómo fueron los siete partos de Elisabeth.Según las fuentes. el pensionista detenido era un hombre “vital y activo,” y que resulta un misterio cómo pudo soportar durante tanto tiempo la carga de mantener una doble vida sin que nadie a su alrededor lo notara, ni siquiera su mujer, Rosemarie, madre de Elisabeth.





perturbaciones urbanas

Tres detectives de la policía neoyorquina fueron declarados el viernes inocentes de todos los cargos en la muerte de un hombre desarmado que salía de una despedida de soltero la víspera de su boda.
Michael Oliver, Gescard Isnora y Marc Cooper fueron declarados inocentes del homicidio en el 2006 de Sean Bell, en un hecho en el que se hicieron 50 disparos.
El juez Arthur Cooperman pronunció el fallo en un juzgado del condado de Queens lleno de espectadores, entre ellos la novia de la víctima y sus padres. El fallo puso fin a casi dos meses de juicio.
Al momento de que el juez Cooperman leyó su veredicto, hubo suspiros de sorpresa y lágrimas de felicidad y de dolor.
El detective Oliver, quien hizo 31 de los disparos, lloró en la mesa de los acusados, mientras que la madre de la víctima, Sean Bell, gritaba en la sala de la corte frases como "¡Asesinos, Asesinos!" y "KKK" (refiriéndose al Ku Klux Klan)
Los agentes se habían quejado que la publicidad que precedió al juicio los tachó indebidamente de homicidas de sangre fría, por lo que optaron para que fuera el veterano juez el que decidiera el caso en lugar de un jurado.
Bell, un hombre negro de 23 años, fue muerto frente a un cabaret de nudismo de Queens el 25 de noviembre del 2006 cuando salía de su despedida de soltero acompañado por dos amigos.
Los policías, que estaban encubiertos e investigaban denuncias de prostitución al interior del cabaret, señalaron que creían que uno de los hombres estaba armado.
La muerte elevó la tensión en la ciudad y fortaleció añejas acusaciones de racismo y de uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía de Nueva York contra sospechosos negros, pese a que dos de los agentes que fueron acusados también son afroestadounidenses.
Al anunciar su veredicto, el juez indicó que las inconsistencias en el testimonio, el comportamiento en la corte y la calidad de los testigos de la fiscalía _principalmente los amigos de Bell_, "tuvieron el efecto de socavar" su credibilidad.
"En ocasiones los testimonios parecían no tener sentido", indicó el juez




La policía emplazó elementos adicionales en la corte y envió helicópteros a sobrevolar los tribunales para poder controlar alguna protesta. Sin embargo, en sólo una hora, la multitud enardecida y llorosa de unas 200 personas afuera del tribunal se había dispersado y pese a que ocurrieron algunos enfrentamientos, no hubo arrestados.
Oliver y Gescard Isnora fueron exonerados de acusaciones que van desde homicidio, agresión y hacer peligrar imprudentemente la vida de una persona. El tercer oficial, Marc Cooper, enfrentaba cargos menores y también fue exonerado