El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen de la pérdida,
pero perderlas no es un desastre.
Pierde algo cada día.
Acepta la inquietud de perder las llaves de las puertas,
la horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.
Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente de tu viaje.
Nada de eso será un desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira!
desaparecieron la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.
Perdí dos ciudades entrañables.
Y un inmenso reino que era mío,
dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.
Ni aun perdiéndote a ti
(la cariñosa voz, el gesto que amo) me podré engañar.
Es evidenteque el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.
3
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martes, 2 de septiembre de 2008
Los que eran mejores que nosotros
vivían cómodamente en casas recién pintadas
con inodoros a botón en todos los baños.
Manejaban autos de modelo y marca reconocibles.
Los que no tenían trabajo, estaban apenados,
no les iba bien.
Sus autos extraños estaban estacionados sobre cajones,
“al fondo” de casas polvorientas,
donde se amontonaba infinidad de objetos inútiles.
Los años pasan y todo y todos son reemplazados.
Existen siempre, es lo que dicen,
nuevas oportunidades.
Pero, para decir la verdad,a mí nunca me gustó el trabajo.
Mi objetivo era permanecer desocupado.
Ése era mi mérito.
Me gustaba la idea de sentarme en una silla,
hora tras hora, frente a la casa, sin hacer nada
con un sombrero sobre mi cabeza y tomando una gaseosa.
¿Qué hay de malo en eso?
Fumar, escupir de vez en cuando.
Tallar madera con mi cuchillo.
¿Hay daño en esto?
En ocasiones salgo con mi perro a perseguir conejos.
Tenés que hacerlo alguna vez.
A veces levanto a un chico gordo y rubio como yo,
diciéndole: “¿de dónde te conozco?”.
Nunca digas: “¿Que querés ser cuando seas grande?”.
CARVER desocupado
vivían cómodamente en casas recién pintadas
con inodoros a botón en todos los baños.
Manejaban autos de modelo y marca reconocibles.
Los que no tenían trabajo, estaban apenados,
no les iba bien.
Sus autos extraños estaban estacionados sobre cajones,
“al fondo” de casas polvorientas,
donde se amontonaba infinidad de objetos inútiles.
Los años pasan y todo y todos son reemplazados.
Existen siempre, es lo que dicen,
nuevas oportunidades.
Pero, para decir la verdad,a mí nunca me gustó el trabajo.
Mi objetivo era permanecer desocupado.
Ése era mi mérito.
Me gustaba la idea de sentarme en una silla,
hora tras hora, frente a la casa, sin hacer nada
con un sombrero sobre mi cabeza y tomando una gaseosa.
¿Qué hay de malo en eso?
Fumar, escupir de vez en cuando.
Tallar madera con mi cuchillo.
¿Hay daño en esto?
En ocasiones salgo con mi perro a perseguir conejos.
Tenés que hacerlo alguna vez.
A veces levanto a un chico gordo y rubio como yo,
diciéndole: “¿de dónde te conozco?”.
Nunca digas: “¿Que querés ser cuando seas grande?”.
CARVER desocupado
aun en la mas fria soledad
en el silencio veo fantasmas
en el silencio las particulas de polvo caen lentamente
y el cielo se abre para que estrellas con paracaidas
ayuden a la llegada de la luz
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