DEL TITANIC Y EL ZEPPELIN

Recuerdo la lectura de poemas,
el eco de la ovación.
Una rubia bautizaba la proa de la nave con champagne:
espuma de mar, semen liviano del que nacen acróbatas y bardos
(cada metro el latigazo de una ola)
como el que los despedía en ese momento épico del poderío americano:
magnitud y misterio comparables
al del zeppelin nacional-socialista,
majestuoso velo sobre la insidia del sol:
metáforas colosales aunque lamentablemente
poco prácticas
cuya historia,
junto a la de Babel,
escribimos con sumo cuidado
en barcos de papel,
granos de arroz.



G.Carrasco

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