Señora Gabriela Mistral


,de reina de los afligidos
madre de lecha roja,escasa como densa,
señora de pocos aspavientos,
nadie le va a negar el lugar suyo
en la corte de los presumidos señores de la lengua.
Aunque se derramaran ordas de ira contra
su gusto a clavo muerto y se encendieran piras con sus libros,
sería por vernos reflejados en el espejo infeliz
de un niño mordiendo su propia mano.
Nadie espanta, sin embargo,
con las cascadas de letras que aterran al decir.
Nadie sumerge su cara en el agua quebrada
de su lirismo de veguina del Siglo de Oro.
Señora, usted, que masca la lengua de llanto
y reza en acaloradas iglesias plegarias de viva,
disculpe la torpeza de los alcaldes y del mundo cultural,
usted ya no es una estatua,
su gusto a nada parecido
es el sostén de los peñones más duros de nuestro idioma.
Una vieja para Chile qué honor.
matias rivas





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